Cuando empezamos con un blog y creamos con ilusión perfiles en redes sociales tenemos “hambre de followers” y resulta duro ver que nuestra cuenta apenas ha logrado atraer a unas decenas de seguidores, de los cuales un tercio son amigos o familia.
No es raro caer en la tentación de tomar el camino fácil, recurriendo a herramientas de ‘following’ masivo o incluso a la compra directa de seguidores o fans. Sin embargo, pronto es evidente que lo importante no es la cantidad, sino cuántos te leen e interactúan contigo de verdad porque las redes no van de números, sino de conversaciones.
Luego lees artículos sobre por qué no deberíamos comprar followers en las redes sociales, que terminan de convencerte del todo. Y si escarbas un poco más en el tema, te enteras de que es incluso perjudicial: en plataformas como Facebook, donde los algoritmos que controlan la visibilidad de las publicaciones premian a las páginas con mayor participación, los fans “fantasma” son muy dañinos. Leer más