En mayor o menor medida, todos hemos padecido el síndrome del bloqueo a la hora de crear contenidos para nuestro blog. A veces es un bloqueo radical, como si nos quedásemos en blanco, y en otras ocasiones es solo una especie de pereza mental que nos impide generar nuevas ideas.
El problema es que al pasar por una situación de bloqueo a menudo solemos buscar las razones dentro de nosotros, y no fuera. Podemos pensar antes en lo mediocres que somos, en que no valemos para esto, en que la idea del blog no era tan buena después de todo, antes que hacer un esfuerzo para identificar otras causas externas igual de importantes.
‘Stop’ al bloqueo mental
Parte de la solución subyace en identificar el problema. Así que la próxima vez que te bloquees analiza cada uno de los siguientes factores, por si te ves reflejado…
- Tu escritorio es un almacén, y tu ordenador de todo menos ordenado: En Superblogger tenemos la manía de pedir a los bloggers que entrevistamos una foto de su espacio de trabajo. No es curiosidad gratuita. El espacio de trabajo dice mucho de la personalidad y del trabajo de una persona. Y es que escribir un artículo es solo la última fase de un proceso que empieza mucho antes, desde la concepción de la idea pasando por nuestra disposición mental cuando comenzamos a desarrollarla. Una mesa desorganizada, llena de papeles y objetos nos provoca estrés y sensación de urgencia, al igual que lo hace una pantalla llena de iconos dispuestos sin ninguna jerarquía. Por el contrario, un escritorio que solo tiene lo necesario de una forma ordenada nos ayuda a mantener la calma. En resumen, nuestra mente puede ocuparse en generar ideas, porque no tiene que lidiar con el caos alrededor. Esto no significa que haya que mantener nuestra mesa impoluta y vacía. De hecho, algunos estudios confirman la relación entre la existencia de un cierto grado de desorden con la creatividad. Sin obsesionarse, lo ideal es que nuestro espacio de trabajo incluya elementos estimulantes pero sin llegar al caos absoluto.
- No tienes rituales: Muchos artistas y personajes célebres, como Hemingway o Benjamin Franklin, seguían sus pequeñas rutinas matutinas antes de ponerse a trabajar. Se dice que el escritor de Por quién doblan las campanas se levantaba siempre a las 5.30 de la mañana, aunque hubiese bebido la noche anterior, y que al político estadounidense le gustaba arrancar la jornada deambulando desnudo por su casa, lo que llamaba darse un “baño de aire”. Los rituales son ritos preparatorios para nuestro cuerpo y mente. Nos ayudan a activar los mecanismos generadores de ideas por medio de la repetición. Eso sí, es importante diferenciar entre rutina y ritual. La primera tiene un objetivo funcional y la segunda es resultado de una selección consciente en busca un beneficio. Es cierto que el cerebro responde bien a los actos rutinarios porque puede realizarlos sin esfuerzo. Por ejemplo, cuando tenemos un trabajo con horario fijo nos sentimos bien porque no tenemos que preocuparnos por tener un horario diferente cada día. El problema es que la rutina, que tiene sus ventajas de cara a la productividad, puede desembocar en tedio. Por su parte, el ritual ofrece una recompensa más directa, como relajarse, divertirse o saciar nuestro ‘apetito’ social.
- Buscas la creatividad donde no está: Como hemos visto en artículos anteriores, la creatividad es resultado de un proceso metódico, no de una lucidez repentina. Si esperas a que las buenas ideas lleguen a ti, antes de ir tú mismo a buscarlas, lo más seguro es que nunca lleguen. Incluso esas ideas brillantes que uno tiene “de repente” son resultado de procesos de aprendizaje previos que no recordamos pero afloran en un momento dado. Tampoco desesperes si el proceso creativo no sale como habías planificado. Recuerda que se trata de un proceso no lineal que sirve para estimular nuestra mente, en ningún caso de un mecanismo automático como cuando uno acciona la rueda de un mechero y sale la llama.
- Vives demasiado al día: Por las mismas razones que rechazamos la rutina, muchas veces nos negamos a planificar por adelantado porque es aburrido y requiere un esfuerzo. O tal vez estamos demasiado ocupados y siempre esperamos al último minuto para hacer algo. Que sepas que las prisas y la improvisación son los peores enemigos a la hora de crear contenidos con cierto grado de éxito. Ya hemos hablado sobre las ventajas de contar con un calendario de publicación de contenidos para evitar perder la rutina adquirida con tanto esfuerzo. Pero además la planificación es todavía más importante si tenemos perfiles en redes sociales, donde la predicción es imprescindible. Si solo publicamos cuando nos acordamos o tenemos tiempo, será muy difícil que luego podamos medir nuestros resultados y sacar conclusiones para mejorar.
- No descansas lo suficiente: Los ordenadores se sobrecalientan cuando llevas mucho tiempo trabajando con ellos, y su rendimiento baja como consecuencia. Nuestro cerebro también necesita un descanso de vez en cuando. No se trata solo de dormir las 7 u 8 horas recomendadas, sino de tomarnos un respiro de forma regular a lo largo del día y de cambiar sustancialmente nuestra forma de trabajar. Estudios científicos revelan que nos pasamos más de la mitad del día recibiendo y procesando información, pero sin llegar a utilizarla para realizar nuestro trabajo. Iniciamos la jornada con una pila de emails que apenas nos da tiempo de leer y que respondemos de forma impulsiva. Estamos demasiado ocupados en procesar, y no nos damos cuenta de lo importante que es ausentarnos, dejar la mente en blanco, no hacer nada. Lo maravilloso de la mente humana es que continúa trabajando cuando descansamos, consolidando lo aprendido y reponiendo las fuerzas que necesitamos para tener buenas ideas. Pero estos procesos solo ocurren cuando descansamos. Prueba a realizar pausas de 10 o 15 minutos cada hora de trabajo y verás como tu capacidad de concentración aumenta cuando vuelves.
El bloqueo mental es otro de los grandes enemigos de la productividad, y probablemente uno de los más difíciles de derrotar porque se retroalimenta con nociones erróneas. Trabajamos sin descanso y con prisas con la idea de que así somos más productivos, cuando sucede todo lo contrario. No prestamos atención a los rituales, porque los confundimos erróneamente con actos rutinarios y aburridos, lo que adormece aún más nuestra mente. Pensamos que la creatividad es cosa de genios, obviando que es resultado de la constancia. Y encima justificamos el desorden de nuestro escritorio utilizando a nuestro favor el argumento de que somos muy creativos. La buena noticia es que ya estás un paso más lejos del bloqueo mental 🙂
Un artículo muy intersante. Yo tengo mi cabeza como la mesa desordenada de la que hablas. Cuando veo un tema del que me gustaría escribir cojo el móvil y me lo apunto en una carpeta que tengo para eso. Un saludo.
Sí, yo también tengo el móvil lleno de fotos y notas para recordar cosas. Un cierto grado de desorden no viene mal tampoco… ¿no? 😉
Sin duda vivir al día es un problema de prioridad por las cosas importantes vs urgentes, cuando nos detenemos y pensamos el valor que aporta cada tarea en nuestro día a día creamos el habito de visualizar nuestro objetivo y es menos probable perder el rumbo.
Un bloqueo mental no siempre es malo si logramos identificar que nos llevo a estar en el y aprender, en lo personal me funciona realizar nuevas actividades, caminar por otros caminos para llegar a lugares recurrentes o incluso conocer nuevos, tomar un respiro y relajarme.
Un abrazo
Totalmente de acuerdo Israel. El bloqueo mental también es una forma de saber dónde están nuestros límites y conocernos mejor. Así que todo tiene algo de positivo. Yo también soy de los que les gusta caminar por otros caminos!