“Se ponía de pie con sus grandes mocasines de piel gastada, con la máquina de escribir y el atril a la altura del pecho… tan solo se movía para cambiar el peso de un pie a otro”
Así describía George Plimpton las costumbres de Ernest Hemingway, el célebre autor de ¿Por quién doblan las campanas?. Se levantaba cada día al amanecer, se calzaba sus mocasines y se ponía a teclear.
No es el único escritor del que se sabe que prefería trabajar de pie. Vladimir Nabokov también lo hacía, según afirmó él mismo en una exclusiva entrevista en la televisión francesa con Bernard Pivot: “Me levanto entre las seis y las siete, y escribo con un lápiz bien afilado, de pie, ante el atril, hasta las nueve.”
También Lewis Carrol, que en sus últimos años sufría de jaquecas, epilepsia y tenía una rodilla mala, siguió hasta el final con su costumbre de permanecer de pie mientras escribía. Otros célebres autores que escribían de pie son Thomas Wolfe y Philip Roth.
¿Por qué lo hacían?
Estudios recientes demuestran que permanecer de pie nos mantiene cognitivamente más concentrados, evitando la relajación excesiva y el adormecimiento. Permanecer sentado es una postura recesiva, pasiva, de recibir. En cambio, estar de pie es una postura activa, que invita a hacer cosas. Todo el cuerpo está alerta, mejorando nuestro rendimiento mental.
De todos modos, si no lo haces por productividad, hazlo por tu salud. Ya es indiscutible que pasar la mayor parte del día sentado incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer de colon, degeneración muscular y problemas de circulación. Un estudio reciente publicado en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise afirmaba que las personas que permanecen sentadas durante la mayor parte del día tienen un 54% más de probabilidades de morir de un ataque al corazón.
¿Qué pasa en nuestro cuerpo cuando nos sentamos? La actividad eléctrica de los músculos de nuestras piernas se detiene, se ralentiza la quema de calorías y las enzimas encargadas de quemar grasa disminuyen su actividad. Tras dos horas sentados, el colesterol bueno desciende un 20%. Y tras 24h sentado, la insulina comienza a perder efectividad, incrementando el riesgo de diabetes.
Además, si no tenemos una buena higiene postural, estamos haciendo sufrir nuestra espalda y cuello. La forma correcta de sentarnos sería mantener los hombros relajados, los brazos pegados al cuerpo, los codos en un ángulo de 90º, los pies apoyados en el suelo y la parte baja de la espalda sobre el respaldo. Si se trabaja con ratón, debemos asegurarnos de que el antebrazo derecho esté apoyado en la mesa, mientras que si se trabaja con teclado, debemos mantener también ambos codos apoyados. Si nuestra espalda forma un ángulo de 135º con respecto al asiento (inclinado hacia atrás), mucho mejor porque castigaremos menos las lumbares.
¿Y cuál es la alternativa?
En los últimos años lo que los expertos recomiendan es cambiar por completo nuestros hábitos frente al escritorio y trabajar algunas horas de pie. De ese modo, combatimos el sedentarismo obligando a nuestro cuerpo a hacer un poco más de esfuerzo: al estar erguidos, nuestros músculos precisan más oxígeno, por lo que el ritmo cardíaco y la circulación sanguínea aumentan.
Se han empezado a comercializar escritorios con estructuras convertibles que permiten regular fácilmente la altura de la superficie de trabajo. Según los expertos, los momentos más adecuados para trabajar de pie son nada más iniciar la jornada laboral, justo antes de terminarla y después de comer. Y si quieres rizar el rizo, prueba estos ejercicios de oficina.
Comentarios: 4