El ‘storytelling’ está de moda en el mundo del marketing en general, y del marketing online en particular. Y no es raro, porque está demostrado que a nivel cognitivo las historias son el mejor vehículo para trasladar un mensaje: captan mejor la atención y son recordadas por más tiempo.
Desde la noche de los tiempos, las historias han sido para la humanidad indispensables como entretenimiento y como herramienta de transmisión de conocimientos. Las historias son poderosas mucho antes de Internet y la televisión, incluso mucho antes que los libros: llevan cautivándonos desde que solo éramos un puñado de cazadores alrededor del fuego.
¿Y cómo trasladamos toda esa magia a nuestros contenidos? ¿Cómo podemos crear una buena historia? No necesitas estrujarte el cerebro para reinventar la rueda: las claves narrativas llevan utilizándose desde hace miles de años y han variado muy poco en sus ingredientes y estructura.
Aunque el ‘storytelling’ es todo un arte que requiere mucha práctica para llegar a dominarse con maestría, aquí te contamos los elementos básicos para que puedas aplicar técnicas narrativas a tus textos:
1) Los personajes
Necesitas un héroe, que abandonará su rutina para embarcarse en una aventura que le transformará para siempre. El antropólogo estadounidense Joseph Cambell, tras analizar el patrón narrativo de las historias y leyendas populares de diversas culturas, llegó a la conclusión de que todas las narraciones épicas atravesaban el “viaje del héroe”, compuesto por doce etapas.
Habremos de buscar rasgos distintivos para nuestro protagonista: ¿qué aspecto tiene? ¿en qué ocupa su tiempo? ¿qué le motiva a seguir adelante? ¿con quién está relacionado? Cuantos más detalles aportemos, más real y creíble nos parecerá nuestro personaje.
2) La trama
Evidentemente, aunque tengamos los mejores personajes, nuestra narración carecerá de interés si no tenemos una buena historia que contar. Ha de ser una historia emotiva que haga que los lectores empaticen con los personajes, que les importe lo que les ocurra y sobre todo, que les invite a seguir leyendo.
Desde un punto de vista formal, las tramas clásicas están divididas en tres actos: presentación, nudo y desenlace. En los buenos guiones, el primer acto se cierra con un punto de giro que transforma el mundo de los personajes y les introduce de lleno en la acción, que viene con el segundo acto.
Pasan toda clase de peripecias a lo largo del nudo de la historia, y entonces les sobreviene un hecho inesperado y desalentador: el anticlímax. Ejemplos típicos de anticlímax son la muerte del amigo leal o la ruptura de la pareja protagonista. En ese momento, parece que el mundo se le viene encima y el héroe no podrá conseguir su meta.
Entonces, se produce el segundo punto de giro que da paso al tercer acto. El personaje protagonista cae en la cuenta de un detalle importante que abre nuevas posibilidades para un desenlace exitoso. Y se lanza a la cabalgada final, hasta que derrota a sus adversarios y llega a su destino. Y por supuesto, el clímax, ese momento final en el que el héroe saborea la victoria, y nuestros lectores con él.
Y si quieres dar a tu historia tintes épicos, además del héroe, el villano y la historia emotiva, necesitas un mensaje profundo que inspire a quienes lo leen. Una buena narración ha de conmover a los lectores de forma profunda, dejando en ellos una huella que desafíe al mayor enemigo de toda historia: el olvido.
3) El escenario
Tenemos los personajes, tenemos la historia… y necesitamos un escenario donde ponerlos a funcionar. Emplazaremos la acción en un momento y un lugar concretos, reales o inventados, que hagan palpable nuestro relato, aunque solo podremos valernos de palabras: olores, sabores, texturas, sonidos… a través de descripciones vívidas crearemos situaciones en las que nuestros personajes llevarán a cabo su andadura. Las palabras escogidas crearán el ambiente de nuestra historia, así que debemos esforzarnos por elegir términos y adjetivos que enriquezcan la narración.
Si no nos esforzamos en buscar palabras interesantes y adecuadas a la atmósfera que queremos crear en la mente del lector, nuestra narración hará aguas por todos lados. Presta atención a los detalles, pues son los que hacen brillar a los buenos personajes y hacer memorables las buenas historias.
Imagen | Obra derivada de una composición de Caden Crawford en Flickr
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