Desde pequeños nos han contado que a Newton le cayó una manzana en la cabeza y descubrió la Ley de la gravedad, o que Arquímedes salió a la calle gritando “¡Eureka! ¡Eureka!” cuando resolvió el problema de la corona de oro. Hemos crecido asociando la palabra ‘invención’ a una bombilla que se encendía sobre nuestros personajes favoritos de dibujos animados. Por eso las mentes inquietas buscamos nuestra manzana y querríamos ver una bombilla encima de nuestras cabezas al mirarnos al espejo. Y sin embargo, no. El momento Eureka nos esquiva.
La buena noticia es que las grandes ideas no son patrimonio de unos privilegiados de la Historia. Todos podemos tenerlas con un poco de perseverancia. Es muy romántico pensar en Newton y la manzana, pero lo que nadie nos cuenta es la cantidad de horas que Newton debió invertir en resolver el problema. Sin ese esfuerzo previo, las bombillas no se encienden y las manzanas que caen solo provocan contusiones. Leer más